“ … Mientras que lo que nos
ocurrió realmente (fuera lo que fuese…)
no se puede cambiar, podemos cambiar su significado presente para nosotros y,
por tanto, su efecto en nuestro comportamiento.” O´Connor y
Seymour en “Introducción a la PNL”.
Esta frase me inspiró a pensar en cuál es
el significado que le atribuimos a los acontecimientos de nuestra vida cotidiana.
Por un lado, están quiénes viven para contar sus sufrimientos, como si buscaran
el consuelo continuo. Por otro, están quiénes tratan de analizar que aprendieron
de la situación para evitar que les vuelva a ocurrir.
Si hubiera que elegir un grupo, sin duda preferiríamos
pertenecer al segundo. Sin embargo, existen casos en los que pareciera que estas
situaciones son producto de la mala suerte y que poco o nada podemos aprender
de ellas. Éstas son las típicas desgracias cotidianas, como por ejemplo: pinchar
una rueda del auto, perder el pasaporte cuando se está por viajar al exterior,
caerse en un lugar público, quedarse atrapado por el tránsito el día de una
importante reunión, etc.
De estos hechos de martes (o viernes) 13,
podemos intentar aprender algo (tratar de ser más ordenado sobre
el lugar en donde se guarda el pasaporte) o también podemos… convertirlos en una
anécdota.
Esa anécdota le puede servir de
introducción en su próxima ponencia en un congreso o como historia graciosa en
una cena con amigos. ¿Cómo? Dos simples pasos:
- Cambie la percepción sobre los hechos: Reviva el recuerdo desde otra perspectiva. Búsquele el lado positivo a esos momentos negativos y trate de añadirle una cuota de humor. Recuerde que el pasado no lo podrá cambiar, pero sí puede modificar su pensamiento sobre él.
- Actúe en consecuencia: Trate de relacionar el hecho con su vida personal y profesional. Analice en qué ámbito le servirá contar la anécdota y para qué fin.
- Si está con amigos, puede contarla como una historia graciosa al estilo: “No saben lo que me pasó ayer…”
- Si está dando clase, puede utilizarla como ejemplo: “En mi experiencia personal…”
- Si quiere salir de un momento incómodo, puede usarla como anzuelo para cambiar la conversación: “Hablando de autos, me hiciste acordar…”
¿Un ejemplo más concreto? El mismo día en
el que la universidad me aprobó dictar un curso denominado “El Cajero
Automático y las Tarjetas de Débito”, se me bloqueó la tarjeta en un cajero. ¿Una
triste ironía de la vida o una chistosa anécdota? Preferí utilizar la segunda
opción para iniciar con humor mi primer clase del curso.
En palabras de Wayne Dyer (autor de “Tus Zonas
Erróneas”):
“Haz
que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no
molestarte cuando las cosas vayan mal”
Entonces, si usted ha tenido uno o varios
“martes (o viernes) 13” o lo está teniendo hoy mismo, recuerde que con solo cambiar la
forma de pensar y actuar en consecuencia, puede convertir su última tragedia en
su próxima anécdota.
Si te ha gustado mi primer post,
compártelo! Si no ha resultado de tu interés y no lo compartes, no te
preocupes! En varios años cuando presente mi “decimoquinto libro” en un
auditorio lleno de personas y un periodista me pregunte “¿en qué se inspiró
para escribir algo así?”, le contaré la anécdota de cuándo escribí mi primer
post y mucha gente no lo compartió ;)