martes, 3 de junio de 2014

¿Qué coeficiente de Empatía tienes?

La Empatía es la capacidad de entender las emociones de los otros. Para ello, se necesita comprender y controlar las propias (Las Emociones: La Clave del Éxito)

Diversas investigaciones en neurociencias, han descubierto que las neuronas espejo son las que nos hacen sentir como propias ciertas emociones de los demás. Es decir, la empatía tendría su fundamento en estas neuronas que se encuentran en distintas partes del cerebro.

“Te entiendo pero no te comprendo”, sería la frase que decimos cuando entendemos lo que nos dice la otra persona, pero no podemos comprender su actuación y sus emociones. Entendemos la situación, pero sin embargo seguimos pensando en que debería actuar de manera diferente.

Un ejemplo de una persona con bajo nivel de empatía es Nick Marshall, interpretado por Mel Gibson en la película “Lo que ellas quieren”. Nick era un publicista exitoso que no podía comprender a las mujeres y debido a un accidente hogareño, comienza a “escuchar” lo que ellas piensan. Esto hace que se convierta en un hombre más empático y por ende, mejoran completamente sus relaciones personales y profesionales.

En el lenguaje coloquial, a esto lo llamaríamos “ponerse en los zapatos del otro.” Entonces, si queremos desarrollar nuestra empatía, tenemos que poner en práctica las siguientes habilidades:
  • Aceptar la forma de actuar de los demás.
  • Reconocer que la otra persona tiene características personales, valores y creencias diferentes.
  • Comprender que las decisiones que toma, tal vez, son las mejores para SU vida.
  • No juzgar sus actos.
  • No aconsejar (si no nos piden consejo).
  • Apoyar sus opiniones (no significa estar de acuerdo).
  • No creer que nuestra solución es la única alternativa válida para el problema del otro.
  • Pensar qué tal vez nosotros haríamos lo mismo si estuviéramos en su lugar.

Según S. Serrano,

“La empatía representa la habilidad sensitiva de una persona
para ver el mundo a través de la perspectiva del otro”

Como hemos analizado en otro post (Dos Interpretacionesde la Atención), cada uno de nosotros tenemos una interpretación distinta de la realidad porque cada uno la percibe de manera diferente. Es decir para ver el mundo a través de la perspectiva del otro, tendríamos que ver lo que ven sus ojos, escuchar lo que oyen sus oídos, sentir lo que le dice su corazón…

Porque quién realmente actúa con empatía tiene la capacidad no solo de entender,
sino también de comprender las emociones del otro.

Bruno Arpaia, escritor italiano, que tuve el gusto de escuchar, dijo “el cerebro contextualiza de donde vienen las imágenes”. Esto lo interpreto como una limitación de las neuronas espejo, es decir, cuando nos ponemos realmente en el lugar del otro, nos creemos la historia como si fuera nuestra, y ahí nuestro cerebro crea un contexto alrededor de ella, que hace que se confunda nuestra realidad con la del otro.

Comienzo a sentir…

que los avances en neurociencias están empezando a demostrar todas las limitaciones que tenemos como personas.

Por suerte nuestra empatía no se mide con un coeficiente, sino daría miedo ver que tan ignorantes podemos llegar a ser…

9 comentarios:

  1. Como apoyar una postura cuando no estamos de acuerdo con esa forma de enfrentar una situación? Apoyar sin sentir? Apoyar sin empatía?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se puede apoyar una postura en la que no estamos de acuerdo con empatía. Comprender al otro no es sinónimo de compartir sus pensamientos o acciones. Tal vez esa es SU forma de actuar ante esa situación... tal vez no tiene recursos para actuar diferente...tal vez nosotros no estamos pudiendo ver las situaciones desde su perspectiva... o tal vez tenemos que entender que el otro solo nos está pidiendo un oído y una aceptación... y no una opinión!

      Eliminar
  2. Recuerdo un «minicambio» de paradigma que experimenté un domingo por la mañana en el metro de Nueva York. La gente estaba tranquilamente sentada, leyendo el periódico, perdida en sus pensa¬mientos o des-cansando con los ojos cerrados. La escena era tranqui¬la y pacífica.
    Entonces, de pronto, entraron en el vagón un hombre y sus hijos. Los niños eran tan alborotadores e ingo-bernables que de inmediato se modificó todo el clima.
    El hombre se sentó junto a mí y cerró los ojos, en apariencia ig¬norando y abstrayéndose de la situación. Los niños vociferaban de aquí para allá, arrojando objetos, incluso arrebatando los periódicos de la gente. Era muy molesto. Pero el hombre sentado junto a mí no hacía nada.
    Resultaba difícil no sentirse irritado. Yo no podía creer que fuera tan insensible como para permitir que los chicos corrieran salvaje¬mente, sin impedirlo ni asumir ninguna responsabilidad. Se veía que las otras perso-nas que estaban allí se sentían igualmente irritadas. De modo que, finalmente, con lo que me parecía una paciencia y con¬tención inusuales, me volví hacia él y le dije: «Señor, sus hijos están molestando a muchas personas. ¿No puede controlarlos un poco más?».
    El hombre alzó los ojos como si sólo entonces hubiera tomado conciencia de la situación, y dijo con suavi-dad: «Oh, tiene razón. Su¬pongo que yo tendría que hacer algo. Volvemos del hospital donde su madre ha muerto hace más o menos una hora. No sé qué pensar, y su¬pongo que tampoco ellos saben cómo reaccio-nar».
    ¿Puede el lector imaginar lo que sentí en ese momento? Mi para¬digma cambió. De pronto vi las cosas de otro modo, y como las veía de otro modo, pensé de otra manera, sentí de otra manera, me com¬porté de otra manera. Mi irritación se desvaneció. Era innecesario que me preocupara por controlar mi actitud o mi conducta; mi cora¬zón se había visto invadido por el dolor de aquel hombre. Libremen¬te fluían sentimientos de simpatía y compasión. «¿Su esposa acaba de morir? Lo siento mucho... ¿Cómo ha sido? ¿Puedo hacer algo?» Todo cambió en un instante.

    Muchas personas experimentan un cambio de pensamiento aná¬logo y fundamental cuando afrontan una crisis que amenaza su vida y de pronto ven sus prioridades bajo una luz diferente, o cuando asu¬men un nuevo rol, como el de esposo o esposa, padre o abuelo, di¬rectivo o líder.
    Podemos pasar semanas, meses, incluso años, trabajando con la ética de la personalidad para cambiar nuestras actitudes y conductas, sin siquiera empezar a aproximarnos al fenómeno del cambio que se produce espontáneamente cuando vemos las cosas de modo dife¬rente.
    Resulta obvio que si lo que pretendemos es realizar en nuestra vida cambios relativamente menores, puede que baste con que nos concentremos en nuestras actitudes y conductas. Pero si aspiramos a un cambio significativo, equilibrado, tenemos que trabajar sobre nuestros paradigmas básicos.

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno! excelente ejemplo y relación con la empatía. Me parece muy importante lo que decís sobre trabajar los paradigmas básicos para hacer un cambio significativo. Ahora me pregunto... ¿Cómo cambiar la forma de percibir la realidad? ¿cómo eliminar los prejuicios? ¿cómo hacer para lograr un cambio de actitud y comportamiento permanente en el tiempo? Creo que es un gran desafío que tenemos por delante...

    ResponderEliminar
  4. Lo que voy a escribir es facil decir....

    Pero tenemos que desaparadignarnos !!! O sea, si creemos que debieramos conducirnos de la mejor manera en la vida... lo primero que tenemos que hacer es dejar de lado todos nuestros paradigmas para poder recibir y captar las posibles realidades, ya que si solo me guio por mi realidad, puedo dejar de lado otras... hay que eliminar el accion reaccion, por la tercer alternativa...
    Por ejemplo si yo quiero que mis hijos sean sumamente independientes, debiera de comprender y entender que las cosas que uno puede ver cuando es mayor, es distinta a las cosas que los niños pueden llegar a ver, percibir o experiencia que puedan tener, y aunque sea frustrante para los padres que las conductas que ellos realicen, la reaccion solo hace que deje de lado la tercer alternativa, que es mi primer objetivo. Lo que hacemos es inferir algun tipo de improperio, o falta de consideracion de su capacidad, o reto (algunos como mínimo) eso lo unico que hace es reafirmar conceptos de profesias que al final se cumplen, es lo que se llama la antitesis de Pigmaleon, quien esculpio una estatua de una mujer, perfecta a la que adoraba todos los dias, deseando que tomar vida.. y al final asi fue (con otras cosas de por medio), pero en éste caso que nos trae, si yo le digo a mi hijo que es un bobo, un incapaz, inutil etc etc, esa mismas cosas a lo largo del tiempo son semillas suficientes de posibles autocumplimientos.
    Entonces si tenemos el fin en mente de ser mejores, y deseamos en el caso de referencia de un hijo, debieramos poder comprender que estamos en un mundo donde nos interrelaconamos el uno con el otro constantemente y que el mejor mapa con relieve, es conocer y comprender al otro, para saber cual es el mejor camino que debemos tomar.
    Es un poco largo y no termina aqui éste tema, pero espero poder haber dado una pseudo claro punto de vista.

    ResponderEliminar
  5. Muy claro todo lo que decís Pablo! Como nos cuesta a los adultos comprender la percepción de los chicos. A mi no me pasa como madre (porque todavía no lo soy) pero sí como docente de muchos chicos adolescentes.
    Dejar de lado nuestros paradigmas es casi tan difícil como pensar que la sociedad no nos influye en nuestra percepción de la realidad.
    Veo que te gusta mucho leer a Covey! Si te interesa, te puedo recomendar otros libros de esa temática.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre!!! vengan los libros a ver si no los leí!!!

      Eliminar